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Ser contemplativos desde lo cotidianamente adverso o natural


Ser contemplativos desde lo cotidianamente adverso o natural

Ponente: Iván Mora Pernía, ocd.


Como preparación al 89º Capítulo General OCD, en Avila, del 28 abril al 18 mayo 2003, el P. José Vicente Rodríguez, ocd, escribió una reflexión titulada “Las grandes líneas de la Espiritualidad Sanjuanista”. La tomamos en seguida, casi en su totalidad porque expresa vivamente con el contenido de forma y de fondo, el tema que nos ocupa: “Ser contemplativos desde lo cotidianamente adverso o natural”, entendiendo que esas “líneas maestras de la espiritualidad sanjuanista” nos ayudarán a asumir o a rechazar sanamente (dependiendo del caso) lo cotidianamente adverso o natural (1). El P. José Vicente escribe:


“En las Constituciones de la Orden se nos dice: "Dios preparó a la santa Madre con una vida y experiencia espiritual, que la iban a convertir en maestra y egregio modelo de nuestra vida. Pero hemos de ver la imagen viva del auténtico carmelita en nuestro padre san Juan de la Cruz, quien puede repetirnos aquella invitación del apóstol:'Sed imitadores míos, como yo lo soy de Cristo' (1Cor 4, 16; 11, 1), ya que en su vida, actividades y doctrina se manifiesta esplendorosa la vocación del Carmelo renovado"(CC n.11).


Desde este dato fundamental de ser él imagen viva, icono y nuestro modelo de identificación, podemos discernir las líneas maestras de su espiritualidad (y mística), y desde esas líneas bien diseñadas podemos volver a repetir la invitación que él nos hace para imitarle o, dicho de otra manera, para parecernos a él como se deben parecer los hijos a los padres. Parecernos, no copiarle miméticamente, que esto es otra cosa.


I. Líneas maestras de la espiritualidad sanjuanista

Las líneas maestras de su espiritualidad (y que son líneas que también nos sirven para ser contemplativos desde lo cotidianamente adverso o natural) se descubren escrutando su vida y recorriendo su magisterio oral y escrito. Desde los datos o acontecimientos de su vida, se ilumina su doctrina, lo mismo que desde su doctrina se ilumina su vida y nos es dado conocer también por ese camino más y mejor su íntima biografía.

La vida de Juan de la Cruz no fue muy larga: 49 años. Vida con poca geografía , aunque recorriera dentro de la península ibérica unos 27.000 kilómetros. Los kilómetros de entonces tenían los mismos metros que los de ahora pero resultaban más largos y pesados por el estado de los caminos y los medios de trasporte. Con poca geografía, pero con mucha historia y doctrina, de las que se está beneficiando ahora mismo la Orden y pienso que se beneficiará cada vez más en el futuro.

¿Con qué criterio hay que mirar la vida de Juan de la Cruz?

Personalmente me gusta mirar la vida del santo desde un gran principio que formuló la santa Madre Teresa. En una de sus cartas dice a su destinataria María de San José, la famosa Priora de Sevilla y de Lisboa: "Ya debe estar hecha persona con los trabajos" =sufrimientos que ha pasado (Carta 1 de febrero de 1580, n.5).


Este juicio de valor acerca del sufrimiento, de las pruebas, de los trabajos en la construcción de la personalidad alcanzó en el caso y en la persona de Juan de la Cruz su mayor altura y aplicación a los ojos de la propia santa cuando su primer descalzo tuvo que afrontar la cárcel de Toledo, desde diciembre de 1577 a agosto de 1578. (no llegó a conocer la última persecución al santo, si no, no sé que hubiera dicho).

De hecho ella misma, que se había preocupado tanto porque fuera localizado y liberado de la prisión, cuando, ya libre, se entera de lo mucho que ha tenido que sufrir, llega a decir:"No merezco tanto como fray Juan para padecer tanto" (Carta a Roque de Huerta , fines de octubre de 1578).

La cárcel fue un punto cumbre, pero el aprendizaje para hacerse esa gran persona que conocemos, lo tuvo que emprender desde su más tierna infancia y lo siguió practicando hasta su muerte. Por lo que se refiere a sufrimientos a lo largo de su vida hay que señalar:

- su orfandad prematura, al morir su padre;

- la pobreza, cuasi miseria de la familia;

- la itinerancia con su madre por diversas tierras en busca de un medio de subsistencia digna.

- ya acogido al colegio de "los Doctrinos" en Medina del Campo, y después de enfermero en el Hospital medinense de las bubas, hospital de sifilíticos y otras enfermedades terminales, además del trabajo de los estudios y de la asistencia a los enfermos, le toca otra prueba especial: ir pidiendo limosna por las calles a feriantes y ciudadanos corrientes primero para el colegio y después para los enfermos. Este menester de pedir, de pordiosear (o sea, de pedir por amor de Dios) es siempre desagradable y expuesto a desprecios y desplantes, por más justa que sea la causa.

- Siendo ya carmelita descalzo, es cuando llueven más trabajos sobre él y en esa medida se va haciendo más y más persona, más rica en experiencia y santidad. Todos conocemos el episodio de la cárcel, al que ya he aludido. Nueve meses de encierro con todo lo que acompañó aquella soledad tan sola. Y recordad su última enfermedad y la infame persecución de Diego Evangelista en 1591. Vivió constantemente la ciencia de la cruz, que se fue convirtiendo en él en la teología, en la sabiduría, en la mística de la cruz, como lo ha visto con tanta perspicacia Edith Stein que ya en el prólogo de su obra La ciencia de la cruz, deja claro que el mensaje de la cruz es la clave para "comprender a San Juan de la Cruz en la unidad de su ser tal como se manifiesta en su vida y en sus escritos, y esto desde un punto de vista que permita captar plenamente", esa unidad y esa su personalidad.

El aspecto más positivo de esta su situación existencial de pruebas y cruces se ilumina magníficamente desde la canción 36 de su Cántico. Al comentar el verso: entremos más adentro en la espesura, señala que esa espesura es la vida de Dios tan llena de riquezas incomprensibles, en las que hay sabiduría y ciencia de Dios inmensa y profunda (n.10). También por esa espesura en que desea entrar se entiende muy propiamente "la espesura y multitud de los trabajos y tribulaciones en que desea esta alma entrar , por cuanto le es sabrosísimo y provechosísimo el padecer; porque el padecer le es medio para entrar más adentro en la espesura de la deleitable sabiduría de Dios" (n.12).

Juan de la Cruz fue entrando en la espesura de la sabiduría divina al mismo tiempo que entraba en la espesura de la cruz porque, como él mismo dirá, "el más puro padecer trae más íntimo y puro entender"(CB 36, 13). Desde esas dos espesuras experimentadas pudo legarnos el patrimonio de su doctrina espiritual riquísima.


¿Cuáles son, pues, las líneas maestras de esa espiritualidad sanjuanista?

No es tan difícil hacer una lista o un elenco de esas líneas más significativas y más presentes en los libros sanjuanistas y que sustentan, cada una a su modo, la doctrina, la exposición de las mismas y el mensaje que trasmiten.
Enumero las siguientes:

1.- Espiritualidad del amor y de lo teologal

2.- Espiritualidad eclesial

3.- Espiritualidad cristologal

4.- Espiritualidad nupcial

5.- Espiritualidad bíblica

6.- Espiritualidad antropológica

7.- Espiritualidad humanística

8.- Espiritualidad apostólica

9.- Espiritualidad de liberación y libertad

10.- Espiritualidad de trascendencia e inmanencia

11.- Espiritualidad de lo cotidiano


Es claro que no os voy a fatigar exponiendo todos estos puntos. Voy a escoger sólo algunos, aunque quiero ya desde ahora decir que se da entre todos estos aspectos algo así como lo que sucede en los vasos comunicantes, de modo que las enseñanzas que se recaban de cada una de estas líneas terminan por fundirse en un solo mensaje e impulso.


1. Espiritualidad del amor y de lo teologal. Juan de la Cruz conocía muy bien la dispersión psicológica y moral existente en la persona humana. Con sus enseñanzas quiere aunar todas las energías puestas por Dios en la naturaleza humana. Sabe que la fuerza integradora más grande con que cuenta el hombre es el amor. Y no duda en orientar todo su magisterio a la conquista, a la posesión del amor. Por eso, tratando de simplificar el camino espiritual hacia Dios se centra como maestro y como guía práctico en el amor.

Así, cuando comienza a hablar de la noche activa de la voluntad nos sorprende con este planteamiento: todo lo que yo puedo enseñar y todo lo que el hombre espiritual tiene que hacer y vivir se encuentra escrito en el Deuteronomio cap.6, v.5:"Amarás a tu Señor Dios de todo tu corazón, y de toda tu ánima, y de toda tu fortaleza"(3S 16, 1). Lo mismo aquí que en otras ocasiones en que cita este texto del precepto del amor, asocia inmediatamente el paso bíblico del salmo 58, 10, que leía así en la Vulgata:"Fortitudinem meam ad te custodiam", que traduce:'mi fortaleza guardaré para ti". Y lo alega para subrayar con toda energía , (aunque el sentido bíblico no es ese de la fortaleza del alma sino de que Dios es su fortaleza) que puesto que "la fortaleza del alma consiste en sus potencias, pasiones y apetitos, todo lo cual es gobernado por la voluntad", cuando la voluntad endereza a Dios todo este potencial humano y lo desvía de todo lo que no es Dios, "entonces guarda la fortaleza del alma para Dios, y así viene a amar a Dios de toda su fortaleza"(Ibid., 2).

Si al hablar de la noche activa de la voluntad lo reduce todo a la caridad, al amor, no es menos explícito en esa reducción cuando habla de la noche pasiva del espíritu. Esa noche pasiva del espíritu, en la que se realiza en plenitud la noción de noche oscura, la manda el Señor para que centrándose y concentrándose el alma en Dios con amor total y absoluto "emplee sus fuerzas y virtud en este amor, y así venga a cumplir de veras con el primer precepto, que, no desechando nada del hombre ni excluyendo cosa suya de este amor, dice:"amarás a Dios de todo corazón, y de toda tu mente, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas (Deut 6,5)".

Este es uno de los textos más ricos de Juan de la Cruz, en los que enaltece mayormente la dignidad del ser humano. De hecho lo que enfatiza es que la unión con Dios se logra no desechando nada del hombre ni excluyendo cosa suya de este amor; es decir se trata no de desestimar, no de desechar, no de excluir nada del hombre, sino de asumirlo todo por entero. Queda excluido y desechado únicamente de esta asunción o sublimación lo que no es humano , lo que con una palabra llamamos el pecado. El pecado que no entra ni a constituir al hombre ni a definirlo en su ser, por más que haya cometido y cometa tantos pecados, errores y equivocaciones (Cfr. Florecillas de San Juan de la Cruz, p.183).

Para dar a esta línea de la espiritualidad del amor toda su fuerza (en la cotidianidad de nuestra existencia) y entender la dinámica que ha de tener el amor a Dios en el itinerario espiritual diseñado por Juan de la Cruz (y ser contemplativos allí en lo adverso o natural) hay que añadirle ese algo, ese no sé qué que le confiere el fenómeno o la realidad de lo que designamos con el nombre de el enamoramiento, o de estar, como él dice, en amores inflamada el alma, la persona humana. En esta clave hay que leer no sólo el Cántico Espiritual sino toda la doctrina sanjuanista. En la Subida del Monte Carmelo: 1, 14,1 lo deja él clarísimamente dicho:"...no solamente era menester...tener amor de su Esposo sino estar [el alma] inflamada de amor"; inflamada de amor significa: enamorada. Era menester, añadirá, "otra inflamación mayor de otro amor mejor, que es el de su Esposo".

En este epígrafe he añadido y de lo teologal , queriendo indicar que el itinerario del amor está hecho no sólo de la caridad sino también de la fe y la esperanza, como puede verse en la síntesis que ofrece desde estas tres virtudes en 2S cap. 6 y en 2N cap. 21, y conforme a lo que dice del modo más categórico:"estas tres virtudes teologales andan en uno"(2S 24, 8; cfr. 2S 29,6), es decir, funcionan al unísono en la vida espiritual y, donde hay esa vida, un acto de fe es al mismo tiempo acto de esperanza y de caridad; y un acto de esperanza es al mismo tiempo acto de fe y de caridad; y un acto de caridad es al mismo tiempo acto de fe y de esperanza. Es impresionante el programa teologal que lanza en una de sus cartas impulsando "a ir por el camino llano de la ley de Dios y de la Iglesia, y sólo vivir en fe oscura y verdadera, y esperanza cierta, y caridad entera, y esperar allá nuestros bienes, viviendo acá como peregrinos, pobres, desterrados, huérfanos, secos, sin camino y sin nada, esperándolo allá todo"(Carta del 12 de octubre de 1589 a doña Juana de Pedraza).

Por si alguien no tiene claro que no sólo se refiere Juan de la Cruz al precepto del amor a Dios sino del amor al prójimo, se puede leer la canción 13 del Cántico B, donde habla del desposorio espiritual y ya al final de la canción plantea cómo se podrá llegar a esa perfección en el amor. La respuesta es :"Y para seguir", es decir, conseguir esta caridad tan grande "hase (se ha) de ejercitar lo que de ella dice el apóstol: 'la caridad es paciente, es benigna...', etc. y alega todo el texto del himno a la caridad de 1Cor 13, 4-7). Así habla de la caridad, del amor fraterno con que tenemos que amarnos unos a otros y con ese mismo amor fraterno hay que amar a Cristo, nuestro hermano.

Esta línea del amor y de lo teologal es la primera y más principal y las demás vienen a ser variaciones o modulaciones diversas de esta melodía… aquí está lo más esencial no sólo para la vida de cualquier cristiano, sino también de cualquier religioso, y de cualquier carmelita descalzo.


2. Espiritualidad eclesial
El objetivo primordial y total de todo el magisterio sanjuanista es la unión con Dios. Ya en las primeras líneas de la Subida del Monte Carmelo, seleccionando o escogiendo su lenguaje cambia la palabra perfección por la unión del alma con Dios (Subida, argumento del libro), queriendo que el lector entienda que unión con Dios es mucho más personal e interrelacional que no la palabra perfección. Así quedan ya desde el principio identificados los protagonistas de toda su doctrina, como lo son de toda la vida espiritual, Dios y el hombre: los dos amantes, aunque dirá bien claro : el principal amante es DIOS (CB 31, 2).

Al ir desentrañando esta realidad relacional, se ha encontrado con lo más profundo de la Iglesia de Dios. Pablo VI subrayó con gran fuerza que "la realidad de la Iglesia no se agota en su estructura jerárquica, en la sagrada liturgia, en los sacramentos, en la articulación de sus instituciones; sino que su esencia íntima, la fuente original de la eficacia con que santifica a los hombres, radica en su mística unión con Cristo"(Pablo VI, sesión de clausura de la tercera etapa conciliar: 21-XI-1964:AAS., 56 (1964) 1014).

Al ser la unión perfecta con Dios, por una parte, el núcleo central y la esencia íntima de la Iglesia y, por otra, la aspiración más alta de la vida espiritual, es claro que cuando Juan de la Cruz trata de esa unión con Dios está, equivalentemente, hablando de la Iglesia. De esa Iglesia que, según el Concilio, "es en Cristo como (veluti) sacramento, es decir, signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano" (LG 1); constituida por Dios "para que sea para todos y cada uno sacramento de esta unidad salvífica de los hombres en Cristo"; "La Iglesia sacramento universal de salvación"(LG 48), "que manifiesta y al mismo tiempo realiza el misterio del amor de Dios al hombre"(GS 45).

De la eficacia eclesial que nace de ese amor, es decir, de esa sustancia o esencia o razón de ser de la Iglesia, habla extraordinariamente bien Juan de la Cruz en la famosa canción 29 de su Cántico B: pues ya si en el ejido (2) ..., donde proclama "lo mucho que aprovecha e importa a la Iglesia un poquito de ese amor "(CB 29, 2) puro y perfecto. Y, aunque no se haya llegado a esas alturas pronostica que cuanto más brotare la actividad apostólica del encuentro con Dios y de su vida de oración tanto más provecho harán a la Iglesia los distribuidores de la palabra y de los misterios de Dios (Ibid., 3). Para vislumbrar las riquezas mentales que contienen los escritos sanjuanistas y las aplicaciones prácticas que se derivan de ese su magisterio, nada mejor que fijarse en la identificación señalada: unión del alma con Dios tema principal sanjuanista y mística unión con Cristo, esencia íntima de la Iglesia.


Pongo un ejemplo clarificador: cuando Juan de la Cruz denuncia los desastres que causan en la vida espiritual de las personas, es decir, en su vida de unión con Dios, los directores ineptos, no se queda en ese simple daño a esta o a la otra persona sino que, se trata de un daño o perjuicio eclesial, de perjuicio a toda la sociedad eclesial. Hay quien sigue pensando que la doctrina de Juan de la Cruz es demasiado individualista o personalista. Nada más falso. Del modo más amplio dice todo lo contrario, y lo hace cuando comenta el verso de su canción 30 haremos las guirnaldas (3) y explica:"este versillo se entiende harto propiamente de la Iglesia y de Cristo, en el cual la Iglesia, Esposa suya, habla con él, diciendo: haremos las guirnaldas; entendiendo por guirnaldas todas las almas santas engendradas por Cristo en la Iglesia"(CB 30, 7). Así reconvierte todo su lenguaje del alma esposa a la Iglesia Esposa, situando su doctrina en la dimensión eclesial más pura, de modo que las alegrías de las almas son alegrías eclesiales y los daños de las almas desastres y daños eclesiales. Y pintando el gozo de Cristo: "este amoroso Pastor y Esposo del alma, es admirable cosa de ver el placer que tiene y gozo de ver al alma ya así ganada y perfeccionada, puesta en sus hombros y asida con sus manos en esta deseada junta y unión". Este Buen Pastor no se guarda para sí esta alegría sino que convoca a la Iglesia entera , haciendo "partícipes a los ángeles y almas santas de su alegría" (CB 22, 1). Desde estos planteamientos se entiende perfectamente que todo nuestro apostolado, todas nuestras atenciones espirituales a cualquier alma son de tipo y de alcance eclesial; y por eso habrá que cuidarlas al máximo.


Cerrando ya este apartado quiero subrayar algo bien importante: Si la doctrina de Juan de la Cruz "acerca de la unión con Dios es tan excelente, su magisterio eclesial lo es en igual medida y por la misma razón. La eclesiología más honda que ha de nacer de las enseñanzas del Concilio Vaticano II estaba ya escrita ante litteram por el doctor místico que, además de expositor de esa realidad eclesial más vital y sustancial, es testigo experiencial. Pablo VI dejó dicho de una vez para siempre el 2 de octubre de 1974: "El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los testigos que a los maestros, y si escucha a los maestros es porque son testigos". Así hay que escuchar a Juan de la Cruz: maestro porque testigo" (Cfr. José Vicente, Rev. de Espiritualidad 49 (1990), 495).


3. Espiritualidad cristologal:

Uso la palabra cristologal, no cristológica: cristológica suena a algo abstracto, cristologal a algo vital y concreto, lo mismo que teologal es más concreto que teológico y más personal. Esto lo digo, sin ignorar que hay lenguas en las que no se da acaso esta diferencia de matices en los vocablos.

Para configurar este tipo de espiritualidad, aparte lo ya encerrado en la espiritualidad eclesial, en la que Cristo es el Esposo de la Iglesia y la Iglesia y las almas las esposas, hay que atender a los varios capítulos sanjuanistas sobre la misión de Cristo en la vida del mundo, de los hombres, de la Iglesia. La doctrina vertida en esos lugares sobre el misterio de Cristo y sus dimensiones (cfr. CB 36, 10-13; CB 37, 3-5) es de un espectro tan amplio que hace que todo lo que se refiere a Él quede constituido en clave de interpretación total o de todo su magisterio. Y además hay está la piedra de toque para las aplicaciones y vivencias prácticas que tienen que configurar la vida espiritual del cristiano (Y para lo que nos ocupa como tema, esa misión de Cristo y sus dimensiones en la vida del mundo, es lo que debe nutrir nuestra misión de ser contemplativos desde lo cotidianamente adverso o natural).


Todos conocemos el vigor con que está escrito el cap.22 del libro 2º de la Subida, cuando interpretando el inicio de la Carta a los Hebreos:' multifariam multisque modis olim Deus loquens....etc., (Y es como si dijera: Lo que antiguamente habló Dios en los profetas a nuestros padres de muchos mudos y de muchas maneras, ahora a la postre, en estos días nos lo ha hablado en el Hijo todo de una vez. Heb 1,1-2), y comenta rápido:"En lo cual da a entender el apóstol que Dios ha quedado como mudo y no tiene más que hablar, porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado en él todo, dándonos al Todo, que es su Hijo"(2S 22, 4). Desde ahí combate las pretensiones de quienes quieren preguntar a Dios, de quienes quieren pedirle más revelación como si no tuviéramos lo necesario y suficiente en la persona de Cristo. Hacer esto implica un doble agravio: al Padre Eterno y a Cristo Jesús al mismo tiempo. La fuerza expresiva de esas páginas es enorme como cuando tratando de exponer más y mejor su pensamiento dice que "en darnos [el Padre Celestial] como nos dio, a su Hijo, que es una(=la única) Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra, y no tiene más que hablar" (2S 22, 3). Más adelante, a pesar de haber dicho que el Padre Celestial se ha quedado como mudo le hace hablar largamente y hasta cita el Padre Celestial a San Pablo. En esa especie de reprimenda del Padre a quien busca algo fuera de Cristo (4) dice entre otras cosas:"Lo cual [es decir todo] os he ya hablado, respondido, manifestado y revelado, dandóosle por Hermano, Compañero, y Maestro, Precio y Premio" (ibid., 5). Este capítulo con algunas de sus cláusulas fue citado en el Concilio Vaticano II, en la sesión 92 del 1 de octubre de 1964, por 67 padres Conciliares africanos, encabezados por el entonces arzobispo y más tarde Cardenal Zoungrana, para corregir y enriquecer el esquema de la Constitución DEI VERBUM.


4. Espiritualidad bíblica:

La Biblia es una de las fuentes de sus escritos, como el mismo Juan de la Cruz lo señala al comienzo de sus grandes libros (Subida, prólogo 2; CB, prólogo 4; CA, prólogo, 4; Ll B, prólogo, 1; Ll A, prólogo 1). Era su libro de cabecera; era su viático para los largos caminos que tuvo que recorrer. Cuando en 1585 en Lisboa los capitulares se van a ver a la famosa monja de las llagas, él, desconfiando abiertamente de aquellos prodigios y tachándolos de fraudes, se iba a la orilla del mar con la Biblia y allí leía y meditaba la Palabra de Dios. En sus escritos la presencia de la Sagrada Escritura /no usa nunca la palabra Biblia/ es tan abundante que no sólo le sirve para cimentar sus grandes ideas sino para sacar de ella ejemplos y figuras con que enriquecer su exposición. Su Cántico Espiritual es como el Cántico Espiritual de un místico. Hay estrofas tan adheridas a la letra del Cantar de los Cantares que no lo pueden estar más. Así, por ejemplo, de la canción 23: Debajo del manzano/ allí conmigo fuiste desposada/, etc., dice:"Lo que en esta canción se contiene, a la letra dice el mismo Esposo a la Esposa en los Cantares" (CB 23, 5).

Más que de la letra, aunque hay tanta letra bíblica en sus escritos, lo que triunfa en el magisterio sanjuanista es el espíritu de la palabra inspirada. Si nos fijamos en el uso que hacía Juan de la Cruz en sus comunidades, animando la vida de las mismas con la palabra de Dios, entonces comprendemos mejor la importancia que tiene esa misma palabra bíblica en sus escritos. Escuchamos el testimonio de fray Juan Evangelista, compañero, amigo y confesor del santo. Dice así:"...y en esto de hablar de Dios y exponer lugares de la Escritura asombraba, porque no le pidieran lugar que no lo dijera con muchas explicaciones; y en las recreaciones algunas veces se gastaba la hora. y mucho más, en exponer lugares que le preguntaban. Sería nunca acabar tratar de esto" (BMC 10, 341).

Y Fernando de la Madre de Dios que vivió con el Santo en varios conventos y que era Suprior en Ubeda cuando allí murió fray Juan, certifica:"tenía don particular del cielo y grande eminencia para declarar cualesquier dificultades que se ofrecían de la Sagrada Escritura"(BMC 14, 144). Ese mismo declara sobre el arte de fray Juan en explicar "cualquier salmo o pasos de la Semana Santa" (BMC 14, 325). Lo que estos y otros testigos llaman "don particular", "arte" exegético nosotros lo llamaríamos, lo llamamos carisma (5).


5. Espiritualidad de lo cotidiano.

Aquí entraría lo que Juan de la Cruz pretende:

* al escribir las Cautelas y enseñar a vivir las virtudes teologales en la vida comunitaria, la fe, fundamento de la obediencia, la esperanza, vida de la pobreza, la caridad, ideal de la castidad. Entra también en este tema de lo cotidiano:

* su estilo de hacer comunidad * educando en la sencillez evangélica,

* en el trabajo,

* en la alegría, ahuyentando la melancolía, la antepasada de las actuales depresiones,

* en la atención exquisita a los enfermos de la comunidad contándoles chistes, poniéndoles música y otras mil invenciones de su amor fraterno, practicando lo que se llamaría geloterapia: curación provocando la risa y meloterapia: curación por medio de la música.

* en cómo enseñaba a leer y estudiar la Biblia como escuela y vehículo de enamoramiento de Dios, encontrado en ella "edificación, exhortación y consolación"(1Cor 14, 3).

* en su arte de reprender evangélicamente,

* en el acompañamiento a sus religiosos en el ejercicio de la oración, aclarando a cada uno las dificultades que pudiera tener en esa vía y vida de oración;

* en enseñarles a leer la presencia de Dios en la naturaleza, etc., etc.,

* en las exhortaciones que les hacía, particularmente a última hora de la jornada, no omitiendo nunca algún buen consejo, alguna buena consideración. A esto daba tal importancia que a veces había pasado todo el día en cama por sentirse mal; cuando estaba para terminar la cena o colación se presentaba en el refectorio y tenía la exhortación correspondiente. Era algo así como las buenas noches que introdujo don Bosco en su congregación salesiana.


Aparte los errores que Juan de la Cruz pudiera cometer, y de los que era bien consciente, hay que atender a su secreto pedagógico del más claro estilo teresiano, conforme al consejo que la Santa daba a las Prioras de sus monasterios:"Procure ser amada para que sea obedecida" (Constituciones 1567-1568, n.34). De hecho , "fue tan amado de sus súbditos como si fuera su padre de cada uno"(BMC 14, pp. 12-13: declara Martín de San José). Así habla uno de sus religiosos, y otro declara:"con los religiosos trataba como hermano, con mucha llaneza" y cuando mandaba alguna cosa a los religiosos de la comunidad él era el primero en hacerla (BMC 14, p.64: declara Inocencio de San Andrés).


Nos podríamos extender en otros aspectos de la vida comunitaria, de la vida de cada día, tal como el santo la entendía y tal como la implantó, fijándonos, por ejemplo, en el mundo litúrgico-oracional, del que era muy cuidadoso; en la ley del trabajo; en las dos horas de recreación de cada día, en las recreaciones extraordinarias; en el estilo de vida en que le estuvo informando la Santa cuando se lo llevó medio secuestrado a la fundación del monasterio de Valladolid y allí lo tuvo instruyéndolo como a dócil novicio, entre otras cosas "en el estilo de hermandad y recreación que tenemos juntas"(Fundaciones 13, 5)

Todo lo que pudiéramos decir aquí de lo mucho que enseña Juan de la Cruz acerca de lo más cotidiano con palabras y obras, me hace pensar en el caso de la Santa Madre Teresa. Ella, después de escribir tan altamente en los primeros capítulos de las Séptimas Moradas acerca del matrimonio espiritual, en el capítulo cuarto y último aterriza en lo que es tarea de cada día y de cada momento, las virtudes intracomunitarias: caridad, humildad, oración de unas por otras, ejemplaridad mutua, apostolado recíproco, etc., Así hacía Juan de la Cruz, enseñando a tener los pies bien plantados en el suelo, aunque el corazón anduviese por el cielo. En esta línea de lo cotidiano vivido con amor, con fidelidad, con espíritu tienen que encontrarse todas las aportaciones de las otras líneas de la espiritualidad sanjuanista, vivificando esta fidelidad y dejándose vivificar por ella. Aquí como en la cosa litúrgica, lo externo ha de ser expresión de lo interior y al mismo tiempo camino y lugar para aumentar esas mismas riquezas interiores.


II. Modelo de identificación carmelitana

(Aquí veremos a Cristo Encarnado como el máximo y gran modelo a seguir. Juan de la Cruz nos muestra el verdadero seguimiento a Cristo en sus actitudes de vida y en lo que cotidianamente vive. Nos lleva a Cristo con el ejemplo de su vida) Para que las líneas principales de su espiritualidad incidan claramente en la vida práctica personal y de nuestras comunidades habría que considerar a Juan de la Cruz como modelo de identificación en tantos aspectos. Basta enumerar los siguientes:

1.- modelo de identificación en su amor a la palabra de Dios, a la Biblia. Aparte lo ya dicho, basta pensarlo por los caminos recitando, el capítulo 17 de San Juan. Era su oración preferida por los caminos la oración sacerdotal de Cristo. En la Regla carmelitana encontraba ya tantos textos bíblicos explícitos y tantos otros implícitos, que comentaba a los religiosos conforme a lo que se ordenaba al prior local en las Constituciones: "Los priores de los conventos están obligados a amonestar y corregir a sus súbditos y hacer leer cada viernes la Regla y declararla o hacerla declarar a otros"(Pars IIª, cap. 5 al principio). Explicando, además, a los religiosos textos bíblicos durante horas, en la recreación y saltándose los horarios. No es extraño que dijesen que sacaban más fruto de las recreaciones así pasadas con el padre fray Juan que de las horas de oración mental. Además de hablar y explicar la Biblia en las recreaciones, lo hacía en el refectorio y en el capítulo conventual.


2.- modelo de identificación en su amor al trabajo, en la laboriosidad tan recomendada en la Regla carmelitana, trabajo intelectual, apostólico, manual el suyo. Ejemplar en el trabajo manual ordinario de las comunidades y en el extraordinario, como puede ser la acomodación de la morada conventual, como por ejemplo en Duruelo, donde trabajó de sol a sol; o en la edificación del nuevo convento de Segovia donde trabajó como peón de albañil. Uno de los religiosos que estaba entonces allí con él Pablo dice admirado de cómo se entregaba al trabajo:"... en lo más riguroso del invierno y con mucha nieve se iba sin reparo en los pies a la cantera donde se sacaba la piedra a ser sobrestante de los peones, y nevando y granizando su cabeza y calva descubierta, parece que pegaba fuego a todos. Y muchos días de éstos, con ser de edad, comía a la una del día sin haberse desayunado...; que parecía más de bronce que de carne" (Pablo de Santa María: declaración desde Villanueva de la Jara, 8 de noviembre de 1614:BMC 13, p.375).


3.- modelo de identificación en su amor a la naturaleza y en saber servirse de ella para subir a Dios, para alabarle y glorificarle con el mejor espíritu de oración. Juan de la Cruz certifica desde su experiencia múltiple: "hay almas que se mueven mucho en Dios (=hacia Dios, en su camino a Dios) por los objetos sensibles" (3S 24,4). Una de esas personas era el propio Juan de la Cruz, por artista y santo; y desde lo sensible subía a Dios, a ese Dios, de cuya trascendencia, inmanencia y condescendencia están llenos sus libros. Este camino ascensional era también el que enseñaba a sus religiosos y a otras personas.


4.- modelo en su entrega a la oración y contemplación. Estoy seguro de que él se entregó a esta tarea tan carmelitana más que todos los más celotes que comenzaban a alardear de retiro contemplativo, de amor a la soledad y al silencio. Para enjuiciar toda esta su entrega al diálogo con Dios nada mejor que recordar la estupenda noción de contemplación que daba Pablo VI en el Concilio cuando configura la imagen del Señor tal como la ha querido el Concilio : " que Dios sí existe, que es real, que es viviente, que es personal, que es providente, que es infinitamente bueno; más aún, no sólo bueno en sí, sino inmensamente bueno para nosotros, nuestro creador, nuestra verdad, nuestra felicidad", añade:"de tal modo que el esfuerzo de clavar en Él la mirada y el corazón, que llamamos contemplación, viene a ser el acto más alto y mas pleno del espíritu, el acto que aún hoy puede y debe jerarquizar la inmensa pirámide de la actividad humana"(Discurso pronunciado en la sesión de clausura del Concilio, el 7 de diciembre de 1965, [4]). De este esfuerzo contemplativo estuvo surcada la vida de Juan de la Cruz, y desde este afán vivía también e iluminaba su relación con los demás y con todas las criaturas del universo entero.


5.- modelo de identificación en el ejercicio del ministerio apostólico. Apostolado ante toda clase de personas: en la dirección espiritual de religiosos, religiosas, sacerdotes seculares o diocesanos, personas seglares en Alcalá, y mucho más en Baeza, Segovia, Granada; enseñanza del catecismo a los sencillos labriegos desde Duruelo, lo mismo que a los niños del barrio de Ajates junto al monasterio de La Encarnación de Avila . Apostolado amplísimo y especial entre los religiosos y religiosas de la Orden y hacia los miembros de otras familias religiosas. Su máxima orientadora en este campo del apostolado era: atender a las personas por ser almas redimidas por la sangre de Jesucristo nuestro Señor, y por ser almas criadas para el cielo. Los que convivieron con él y le veían actuar apostólicamente comentan que "era universal para todos y no particular para nadie".


6. modelo de identificación en su amor a los hermanos de comunidad, en su atención a los enfermos, ancianos, a los más necesitados. A lo dicho anteriormente sobre estos extremos quiero añadir el ejemplo de caridad fraterna dado poco antes de morir cuando, ayudado por otro religioso, fue quemando una por una todas las cartas recibidas con sus sobrescritos en las que le hablaban de la persecución del padre Diego Evangelista contra él. Cuando le pregunta el acompañante por qué hace eso, responde: "para que se conserve el buen nombre y honra de todos", y no padezca detrimento la caridad fraterna.


… Pero su verdadera misión en la Reforma - entre religiosos y religiosas - fue la de doctor y maestro y formador, como correspondía a su categoría de iniciador y padre de la nueva familia religiosa del Carmelo. Primero, pues, en la santidad de la vida y maestro indiscutible en las cosas espirituales y mistagogo.

Esta misión suya no se agotó, evidentemente, dentro del ámbito de la Orden, sino que se extendió asimismo a otras Ordenes religiosas, a buen número de sacerdotes seculares o diocesanos, a muchísimas personas seglares del mundo, de quienes fue maestro y guía en los caminos de la vida interior y del espíritu" (José Vicente Rodríguez, Magisterio oral de san Juan de la Cruz, Rev. De Espiritualidad 33 (1974), p.109 ).

Camino muy bueno y no demasiado difícil para ver

- quién fue,

- quién puede ser,

- quién ha de seguir siendo para nosotros Juan de la Cruz sería considerarlo como modelo de identificación carmelitana en la vida concreta, en la vida práctica (en lo cotidiano).

Textos Bíblicos: Gálatas 6,1-10; Efesios 3,16 al 4,6; Efesios 4,17-32

Pregunta para reflexionar: Desde lo que vivo cada día (adverso o natural) ¿Qué cosas me siguen esclavizando y qué hago con la ayuda de Dios para vivir con autenticidad?

Bibliografía de Consulta: Cf., El texto completo de José Vicente Rodríguez, “Las grandes líneas de la espiritualidad sanjuanista” puedes conseguirlo en: http://www.carmelitasdescalzos.com/upload/ficheros/160820080213051033doc.pdf

Apéndice: El caso de San Juan de la Cruz.


Lo cotidianamente adverso o “natural” dependiendo del punto de vista, se transforma en vida, en fe, en humildad, y en otras tantas cosas positivas… Veamos a fray Juan en la Cárcel de Toledo:Diciembre de 1577. El crisol de Toledo parte la vida del santo en dos mitades... esta experiencia de muerte y resurrección tiene lugar exactamente en la mitad de su vida religiosa: 14 años antes entró en el Carmelo (1563) y 14 años más tarde morirá en Ubeda (14 diciembre1591).


La prisión toledana se ha convertido en un punto de referencia obligado para biógrafos e historiadores, místicos y literatos, comentadores de la Noche y del Cántico. Para desentrañar algo de su complejidad, necesitamos distinguir varios planos: histórico, jurídico, divino, personal.


1.- La historia empieza en Avila. Mejor diríamos que se origina en Roma, en Madrid, en toda España, con una conflictividad exacerbada entre los miembros del antiguo Carmelo y los de la nueva Reforma. Vamos al caso de Juan. Un grupo de religiosos de la antigua Orden irrumpe de noche en la casita de La Encarnación y le secuestran. Por caminos desconocidos y a trechos con los ojos vendados, le trasladan al convento de Toledo, para ser allí juzgado y castigado como rebelde.


2.- Jurídicamente, la legislación preveía ese género de castigo. Se daba el nombre de “cárcel conventual” a una habitación estrecha e incomunicada. Estaba nombrado un religioso carcelero, encargado de vigilar, traer la comida y acompañar al preso, cuando éste tenía que aparecer en público. Al castigo ya previsto por la ley, a veces, el superior o el carcelero añadían una dosis personal de pasión o crueldad. El conflicto entre calzados y descalzos se hizo enormemente complicado por el entrecruce de autoridad, de órdenes y contraórdenes.


3.- La mano de Dios. Dirá Juan de la Cruz años adelante “Estas cosas no las hacen los hombres, sino Dios, que sabe lo que nos conviene y las ordena para nuestro bien. No piense otra cosa, sino que todo lo ordena Dios; y adonde no hay amor, ponga amor y sacará amor” (Ep 26)


4.- El factor decisivo es la libre actitud personal. La cárcel de Toledo no es lo que dicen las Constituciones, ni lo que otras personas han podido verter en ella de celo o de aversión. Es en definitiva lo que el protagonista Juan ha hecho de ella y en ella con su fe, amor y esperanza. Podía haber significado su destrucción física, psíquica, moral. En cambio, la gracia ha caído en un hombre de temple, y estos nueve meses de infierno han sido la gestación dolorosa de una nueva criatura humana y espiritual. En tantas horas de soledad, de contemplación y angustia, sus conocimientos y experiencias se van organizando en torno a solo Dios, que así se convierte en el Todo de su existencia.


El enigma literario de la cárcel está por explicar. Allá por el mes de mayo o junio, le cambian el carcelero. Al nuevo, que se muestra más benigno, “un día le pidió el padre fray Juan que le hiciese la caridad de un poco de papel y tinta, porque quería hacer algunas cosas de devoción para entretenerse. Y se las trajo”. Así escribe el poema de Cántico Espiritual, la Fonte, los Romances. ¡Cosas de devoción y entretenimiento! Es nada menos que la cumbre de la lírica española, y además obra de un poeta primerizo que compone sus primeros versos en las peores condiciones físicas y psíquicas que se pueda imaginar. Privado de todo horizonte exterior, se le han abierto las profundas cavernas del sentido con imágenes de luz y espacios místicos…


Tan delicado y difícil de vivir como la experiencia misma de la cárcel es el período postcarcelario. Durante los 13 años que siguen, una y otra vez va a ser solicitado a relatar la experiencia y los horrores de la cárcel. Tentación peligrosa de convertirse en héroe o en víctima. Con gran madurez y bondad de corazón, Juan desvanece todo mito de crueldad o de heroísmo. Siente la experiencia de la cárcel como un don de Dios, inmenso e inmerecido. Las gracias recibidas compensan con creces los sufrimientos de la prisión. A la M. Ana de san Alberto, que años más tarde mostraba compasión por aquellos hechos penosos, comenta fray Juan: “Hija Ana, una sola merced de las que Dios allí me hizo no se puede pagar con muchos años de carcelilla” (Procesos 401).


En fin, en sus largas horas de soledad prepara la fuga. No puede pedir ayuda o consejo a nadie. Totalmente incomunicado, tiene que decidir y actuar por propia cuenta y riesgo. En una noche de agosto de 1578, arranca el cerrojo de la puerta, y con girones de su manta se descuelga por una ventana. Va a caer en la muralla sobre un precipicio que da al río Tajo. Huye a lo desconocido. Preguntando, llega al convento de las carmelitas descalzas, que le esconden durante unas horas, y le encomiendan luego a un bienhechor, para que se restablezca, antes de emprender viaje” (cf., Federico Ruiz, Místico y Maestro San Juan de la Cruz, EDE, Madrid 1986, págs 20-22)


Nos asomamos ahora a otro momento cercano a su muerte:

“El 28 de septiembre de 1591, el padre fray Juan de la Cruz, enfermo de calenturas con una pierna inflamada, sale de La Peñuela, camino de Ubeda. El enfermo está fatigado e inapetente. Ya hace tres o cuatro días que no puede comer cosa alguna de provecho. Cuando llegan a Ubeda, el padre fray Juan de la Cruz es recibido con alegría por los frailes. Hay aquí muchos que le quieren, antiguos súbditos suyos, conocedores de su virtud y de su paternal gobierno. En cambio, el prior, fray Francisco Crisóstomo, recibe con mala cara al enfermo… “Era rigidísimo y tenía particular oposición con los que tenían fama de santos”, dice su súbdito el padre Alonso de la Madre de Dios. Era hombre, en fin, que, falto de caridad para sus hermanos, quería, sin embargo, “llevar a los otros a palos a la perfección”.


Y es que, siendo fray Juan, vicario provincial de Andalucía le había llamado al orden alguna vez. Lo saben los religiosos. Y el padre Francisco Crisóstomo está resentido. Sin atender al lastimoso estado en que llega el enfermo, le señala “la más pobre y estrecha celda” (=habitación) que hay en el convento –no hay en ella más que una pobre cama y un Cristo- y le obliga a asistir a los actos de comunidad. Tiene una erisipela en el empeine del pie derecho, que comenzó con un pequeño grano, convertido ya en una inflamación virulenta, que revienta en cinco llagas en forma de cruz. Las curas son dolorosas. El cirujano, Ambrosio de Villarreal le abre el pie y la pierna –al vivo- “Si es menester cortar más, corte enhorabuena y hágase la voluntad de mi Señor Jesucristo”, dice Juan de la Cruz al cirujano. El P. prior –Crisóstomo, incluso prohíbe que le visiten los frailes sin expreso permiso suyo; cuando entra en su celda(=habitación) le dice palabras que le hagan sufrir. Prohíbe que lleven a lavar las vendas. Tampoco le da lo necesario en alimentos y medicinas… Es el P. Antonio de Jesús, provincial, el que reacomoda todo…


El día 13 fray Juan, pide perdón al prior por las molestias que ha ocasionado y le dice: “Padre nuestro, allí está el hábito de la Virgen que he traído a uso; yo soy pobre y no tengo con qué enterrarme. Por amor de Dios, suplico a vuestra reverencia que me le dé de limosna”, y le pide la bendición. El prior, compungido, le pide a su vez que le perdone, y sale de la habitación llorando (cf., Crisógono de Jesús, Vida de San Juan de la Cruz. BAC.1992, págs.385-406)


Pregunta para reflexionar: ¿Qué debe ser lo más natural que yo viva de cara a mi vida y a la de los demás? ¿Cuáles han sido aquellas “cárceles” reales o existenciales que he tenido en mi vida y en las que he salido herid@, lastimad@, perdid@, resentid@, y no reconciliad@? y cuáles en cambio, he vivido o vivo en fe, esperanza y amor, perdonando y reconciliando? Claro está, aquí NO estamos hablando de boberías, tonteras, infantilismos y masoquismos, falta de personalidad…

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Notas:

1.- Agregaremos nuestras palabras (entre paréntesis) y con otro tipo de letra.

2.- “Pues ya si en el ejido / de hoy más no fuere vista ni hallada / diréis que me he perdido; / que, andando enamorada, / me hice perdidiza y fui ganada”. CB 29.

3.- “De flores y esmeraldas / en las frescas mañanas escogidas / haremos las guirnaldas / en tu amor floridas / y en un cabello mío entretejidas”. CB 30.

4.- Ojalá, ojalá podamos también nosotros, comprender y vivir como certeza espiritual que todo se nos ha revelado en Cristo, y que no necesitamos acudir en medio de nuestras luchas, dificultades, decepciones afectivas, problemas, enfermedades, infortunios, traiciones, desilusiones y depresiones, ojalá digo, no necesitemos acudir a otros pseudos-testigos o aparentes “maestros”, “divinidades” –evidentemente que no los necesitaremos- y que no se nos ocurra jamás, fabricar otros “becerros” aunque nos los pinten de oro. Y que tampoco, en lo que encontremos cotidianamente adverso y que por moda del tiempo tenga apariencia de muy “natural” corramos desesperados a buscar hechiceros, brujos, ensalmeros, hierbateros, oscurantistas, espiritistas, curanderos, quirománticos, masones, sincretistas como los umbanda, el vudú, el culto a Maria Lionza, las tres potencias, la corte indígena, histórica o libertadora, la corte de los médicos, la corte vikinga, la santería con los santeros o babalaos (regla de ocha) con sus 7 potencias africanas (obatalá: asociada a la Virgen de las Mercedes y la Inmaculada Concepción; changó: asociada a Santa Bárbara; babaluayé: asociado a San Lázaro; ogún: a San Pedro, San Juan y San Miguel Arcángel; ochún: a San Juan Bautista; yemeyá: Se dice que de ella nacieron todos los demás “orichas” es decir las otras divinidades menores, dueña del agua salada, diosa de los matrimonios, asociada a la Virgen de la Regla; y orula o orunmila, que es el patrono de los babalaos –sacerdotes de la santería- y que se asocia a San Francisco de Asís). Nosotros, cristianos católicos sólo necesitamos y creemos en el poder absoluto y liberador de la Santísima Trinidad. No necesitamos de pseudos-dioses que son baratijas y porquerías de la confusión que desean instaurar las fuerzas del mal. Somos de Cristo y le pertenecemos sólo a él por su Sangre derramada en la Cruz y porque con su Resurrección nos liberó de la corrupción para la vida eterna. Si crees y vives esto siendo “testigo” te salvarás.

5.- Está claro que nosotros debemos recibir las mejores ayudas y orientaciones desde la lectura, el estudio y oración de la Sagrada Escritura. Muchas veces lo “cotidianamente adverso” se convierte en un desastre porque no buscamos la luz y la ayuda en la fuente que es la Palabra de Dios. O si la buscamos y no la entendemos es porque quizá no oramos para pedir la luz y el discernimiento y mucho menos dedicamos espacios durante el día o la noche para estudiarla y conocerla adecuada y personalmente. ES NECESARIO más que nunca QUE ESTUDIEMOS Y NOS FORMEMOS INTEGRALMENTE CON LA SAGRADA ESCRITURA. Quien no ora y contempla con y desde la Palabra de Dios no llegará jamás a ser una persona verdaderamente contemplativa y por ende, tampoco llegará a saborear las fuentes vivas de la mística. Todo es gracia y debemos pedirla incesantemente al Espíritu Santo para que sea él mismo quien nos mueva a conocerle.

2 comentarios:

Guillermo Cedeira dijo...

En la ficha nº 6 se pregunta sobre que " Carceles " sujetan hoy nuestras vidas
Creo que hoy, muchas de nuestras vidas estas sujetas, por una fe, cómoda. Una fe no comprometida y tranquila
Nos hemos olvidaso que Jesús a mandado a sus Apóstoles " Hacer discípulos " y bautizar a estos, y nosotros nos contentamos sencillamente con ser " creyentes "
Creo que es necesario y urgente, dar el paso que nos lleve de ser creyente...( aquel que cree ) a ser discípulo..( aquel que se compromete y camina en pos del maestro )
Necesitamos,abrir un nuevo espacio y nu nuevo tiempo para ponernos en actitud de ser Evangelizados..de poder descubrir al Señor y ser conscientes de que hemos sido descubiertos por Jesús...
Ser descubiertos, que no es mas ni menos que saber, que nuestro nombre lo tiene escrito, como dice la escritura, en la palma de sus manos, que somos la cosa mas importante para Dios, que por amor, nos ha dado a Jesúcristo
Necesitamos, hacer un alto en el camino y descubrir a Jesucristo y enamorarnos de El, para poder entregarle nuestra vida hecho servicio en bien de los demas
Es verdad, que cuando uno se siente amado por Dios, la vida tiene sentido...total y pleno
Que Dios te bendiga...y no olvides que te ama
con cariño.- Guillermo

Guillermo Cedeira dijo...

Desde la ficha 6 quisiera hacer una llamada a todos los que Buscan con sincero corazón al Señor, y tiene la impresiòn de que lo único que encuentran es oscuridad
Hoy día de Santa Marta 29-07-2008, sería bueno que tratásemos de analizar nuestra vida y nuestra relaciòn con el Señor
María..andaba " afanada en servir al Señor " Marta sencillamente, sentada a sus pies escuchaba Y el Señor dice que ella " tenia la mejor parte "
Tal vez nosotros, desde un ansia enorme de servir, andemos demasiado afanados, trabajando en favor del Reino y de los hermanos y nos olvidemos, de tomar nuestro tiempo para sentarnos a los pies del señor, y sencillamente " escuchar....escuchar y escuchar ""
tengo la impresiòn.- desde mi propia vida.- que la mayoria de las veces, queremos que el Señor, nos escuche..pero muy pocas ves le escuchamos
Deberíamos de aprender a orar mas desde " la escucha "..desde el silencio de nuestra vida
Hay que hacer como Marta, dejar los quehaceres, dejar las prisas y tomarse un tiempo para escuchar al Señor
El continua hoy hablandonos desde la vida..desde esas cosas que suceden a nuestro alrededor, o en nosotros mismos. El Señor, nos ha dejado su Palabra, que es aliento y consuelo y nos ha dejado, la capacidad de amar y de sentirnos amados
Por favor....párate...dale su tiempo al Señor. Déjalo que te hable...sencillamente, escúchale, porque El tiene palabras de consuelo
Con cariño.- Guillermo