domingo

6tas. Moradas


El Castillo Interior
Sextas Moradas
Lugar Místico de Encuentro entre el Cielo y la Tierra
Dice la Santa: “…y así hay muchas personas santas que jamás supieron que cosa es recibir una de aquestas mercedes; y otras que las reciben que no son” (M 6, 9,16).
En las Quintas Moradas participamos de la Pasión de Cristo y en las Séptimas Moradas, de la Resurrección. Entre ambas Moradas, la Santa coloca las Sextas Moradas, de un momento intermedio que incluye algunas vivencias de Cristo antes de su muerte, y las que vivieron sus discípulos entre la muerte y la Resurrección del Señor.

¿Qué aprenderemos aquí?
Aquí aprenderemos el amor adulto y sellaremos mediante el desposorio espiritual, el futuro compromiso matrimonial de las Séptimas Moradas.
¿Qué moradas son estas?
Atravesaremos las Sextas Moradas anhelando la plenitud del encuentro. Al no encontrar la palomita (o mariposilla) reposo seguro, estas moradas son las del deseo de amar insatisfecho.
¿Cómo llega el hombre nuevo a esta experiencia?
A las Sextas Moradas llega el hombre nuevo (la mariposa) con grandes deseos de seguir amando a Aquel que le miró, enamoró y le dio alas para volar.
¿Qué tiene la persona unida al Amado en las Sextas?
La persona en estas Moradas tiene unida su voluntad con el Amado y está en condiciones de recibir de Dios todo tipo de gracias sobrenaturales; es un momento complejo, por la abundancia de irrupciones de la gracia sobre la persona, por eso, Santa Teresa dedica el capítulo 3 al habla; levitaciones, capítulos 4 y 5; lágrimas capítulo 6, visiones intelectuales e imaginarias capítulo 7 y 8; humildad capítulo 10 y la Noche Oscura como preparación al ingreso a las Séptimas Moradas capítulo 11.
¿De qué se participará en las Sextas Moradas?
En las Sextas Moradas se participará en la vida trinitaria y en el amor al prójimo. A partir de ahora, todo se contemplará en el ejemplo trinitario.
¿Todos los creyentes viven las experiencias que se presentan aquí?
Es importante advertir que no todas las experiencias de las Sextas Moradas han de ser vividas por los creyentes. Se puede ser un buen cristiano y aspirar a la santidad sin llegar a tener ninguna de estas experiencias. A veces se pueden encontrar personas que disfrutan de estos dones de Dios sin llevar una vida santa.
¿A qué abren la puerta estas moradas?
Las Sextas Moradas abren la puerta a experiencias muy fuertes que nos adentran en las profundidades del Rey. Al estar cercano a las Séptimas Moradas, el amor encendido busca reposo para la mariposilla, sin hallarlo, pues Dios quiere que el deseo de amor aumente antes de consumar el matrimonio. Las personas que aquí llegan deben tener mucho valor para superar las grandes dificultades que se le presentan.
¿Quiénes visitan las Sextas Moradas?
Quiénes ansíen resucitar con Cristo en las Séptimas; quienes aceptaron la realidad de sus vidas y la pusieron en manos de Dios; quienes quieran aprender a amar, porque aquí sabrán valorar sus más altas cumbres.
¿Quiénes las habitan?
Quienes viven en profundidad las moradas anteriores y, ponen en práctica con perfección el amor a Dios y al prójimo, en especial al más necesitado; probablemente conversos que se arriesgan a crear nuevos espacios sociales, políticos o eclesiales a favor de la comunidad y sobre todo quienes buscan cumplir la voluntad de Dios y han muerto al viejo egoísmo.
Vamos a analizar las cinco habitaciones de estas Moradas: 1) El misterio del Dios trino; 2) La humanidad de Cristo en las Sextas Moradas; 3) Oraciones de un convertido al amor, o el aprendizaje de un amor adulto; 4) La transformación de la persona por el amor; 5) Recrear el Reino y la Iglesia.
1.-El misterio del Dios trino.
A lo largo del recorrido por las primeras Moradas hemos conocido por fe, las verdades que propone la Iglesia con respecto a la Trinidad. Al comienzo eran algo ajeno a nuestra vida. Poco a poco y ayudado por la meditación, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo han dejado de ser una teoría; incorporándose a nuestra existencia. Aprendimos a distinguir las Personas Divinas y mantener una relación diferenciada con cada una de ellas. En estas Moradas, se va a producir un nuevo cambio: la relación amorosa con Cristo, y a través de Él, con la Trinidad, nos abre nuevas formas de conocer. Teresa las llama visiones intelectuales e imaginarias” Ella encuentra que el misterio de la Trinidad pone en nuestras vidas un sello que hasta entonces, no se sospechaba. Esta forma de conocimiento viene de Dios y cuando el hombre ya está preparado para recibir dicha comunicación. Es importante señalar que en el caso de Teresa, las visiones intelectuales de Cristo fueron inmediatamente acompañadas de visiones trinitarias.
No se conoce bien el proceso de acercamiento al misterio trinitario. Si se puede garantizar que la contemplación de imágenes, no formó parte de él. En efecto, un texto nos descubre la dificultad que encontraba a la hora de rezar de este modo: debía de ser frecuente en esa época representar en una pintura, una persona con tres caras. En el siglo XII, este tipo de representación fue prohibido por la Iglesia, pero tres siglos después la costumbre volvió a imponerse hasta el siglo XVII, en que fue abolido definitivamente.
“… A las personas ignorantes parécenos que las personas de la Santísima Trinidad, todas tres están –como lo vemos pintado- en una Persona, a manera de cuando se pinta en un cuerpo tres rostros; y ansí nos espante tanto, que parece cosa imposible y que no hay quién ose pensar en ello, porque el entendimiento se embaraza y teme no quede dudoso de esta verdad y quita una gran ganancia” (R33.2)
Descartada la iconografía, Teresa centró sus esfuerzos en la comprensión de la verdad de fe propuesta por la Iglesia. Y meditó sobre ella durante años. Llegado el momento, y viviendo ya en las Sextas Moradas, accede por pura gracia divina, a la comprensión del misterio desde la intuición amorosa. Sin trabajo, sin esfuerzo, sin estudio…. (Leer V 27, 8-9)
La Santa no especifica en que fue declarado el misterio trinitario, ni las consecuencias que tuvo. Nos basta con dejar constancia de una nueva posibilidad de aproximación al misterio trinitario, muy similar a la que por aquella época se le daba gozar, con respecto a Jesucristo. Con ella queda confirmada para los caminantes espirituales una nueva manera de comprensión desde el amor. Fue una experiencia inolvidable, pero puntual, capaz de reproducirse en cualquiera de nosotros, siempre y cuando la voluntad esté entregada en manos de Dios y ya el amor mutuo vaya crecido y Dios dirija la relación.
En el trienio 1562- 65 vuelve a presentarse la cuestión, pero esta vez, entiende que hay un solo Dios y tres personas. (Leer V 39, 25)
La autobiografía recoge un hecho sorprendente, ocurrido mientras leía “Los Cartujanos”, uno de sus libros predilectos. (Leer V 38.10)
2.- La humanidad de Cristo en las Sextas Moradas.-
¿Qué se consagra en las Sextas Moradas?
En estas Moradas se consagra el desposorio entre la persona y Jesucristo, pero no culmina la unión entre el Esposo y la esposa. Habrán en estas moradas, momentos de unión muy intensas entre Cristo y el alma; pero no tan duradero como para olvidarse de la meditación en la Humanidad de Cristo. Podría haber una falsa impresión de que no se necesita dicha meditación, por estar el alma encendida de amor.
También os parecerá que quién goza de cosas tan altas no tendrá meditación en los misterios de la sacratísima Humanidad de nuestro Señor Jesucristo, porque se ejercitará ya toda en amor” (M 6, 7-5)
Por eso la Cristología teresiana desarrollada en V22 encuentra un hermoso paralelismo en las Sextas Moradas 7, donde con magistral sabiduría, la Santa afirma que solo a través de la humanidad de Cristo se alcanza la plenitud de la vida espiritual.
¿Qué le sucedió a la Santa, cuando habitaba estas moradas?
Teresa, cuando habitaba en estas Moradas cayó en esta tentación apartando la mediación de todo lo corpóreo por considerarlo imperfección: incluso del misterio de Cristo en su humanidad. Nadie que piense así, podrá disfrutar de las variadas muestras de amor de las Sextas Moradas. En este camino espiritual nunca debe dejarse la meditación en estos misterios de la vida, muerte y resurrección de Cristo. Esto, porque el mismo Jesucristo nos dijo que Él era el camino hacia el Padre. Por otra parte, no podemos estar siempre en contemplación y la voluntad hay que encenderla al amor por la meditación.
Cuando no se siente la presencia de Dios, hay que buscarla, y nos ayudará el mismo Jesucristo: Querríanse siempre estar allí, y no puede ser; más quedan con esta merced del Señor de manera que después discurrir en los misterios de la pasión y de la vida de Cristo como antes.” (M 6, 7-7).
Habitar las Sextas Moradas no significa olvidar las anteriores. El capítulo 7 de las Sextas Moradas y el 22 de la “Vida” nos recuerdan que el Itinerario Espiritual teresiano tiene en la imitación y seguimiento de Jesucristo hombre, su clave de comprensión última. En las Sextas Moradas viviremos si Dios quiere, experiencias de amor muy subidas, pero serán momentos puntuales, aunque mucho más duraderos que en Moradas anteriores.
¿De qué van acompañadas las Sextas Moradas?
Para concluir, las Sextas Moradas van acompañadas de grandes regalos del Esposo que deberemos acoger desde la permanente y constante visita a las primeras Moradas. Cuando el regalo se presente, lo aceptaremos gustosos, dejando la meditación mientras dure, para después volver a ella.
¿Qué nos aporta un estudioso en la cristología teresiana?
Un estudioso en la Cristología teresiana nos aporta: “Sin duda, lo más peculiar de la Cristología de Santa Teresa es su pensamiento sobre la Humanidad de Jesucristo. Ella contribuyó en gran medida a revalorizar lo humano del Señor y a clarificar su puesto en el plan de Dios. Esta clarificación fue, si se quiere, más intensa por ser elaborada a partir de la experiencia y no de la simple teoría. Sin saberlo explícitamente, rechazó sin ambigüedades el neoplatonismo que estaba infiltrando la Cristología. Si el centro de su amplia experiencia mística ha de ser localizado en la Humanidad de Jesús, su espiritualidad se situará necesariamente en la redención de lo humano, en toda su amplitud. De ahí que cuando defienda la absoluta necesidad de la Humanidad de Jesús en el proceso de la época, y para evitar sufrimientos a los espirituales de ayer y hoy, insiste, apoyándose en la palabra de Dios, que es solo por medio de Cristo, su Humanidad, como se llega a alcanzar la madurez espiritual y arribo a las Séptimas Moradas.
“…yo les aseguro que no entren a estas dos Moradas postreras; porque si pierden la guía, que es el buen Jesús, no acertarán el camino; harto será si se están en las demás con seguridad. Porque el mismo Señor dice que es camino; también dice el Señor que es luz y que no puede ninguno ir al Padre sino por Él; y “quién me ve a mí, ve a mi Padre”. Dirán que se da otro sentido a estas palabras. Yo no sé esos otros sentidos; con éste que siempre siente mi alma, ser verdad, me ha ido muy bien” (6M 7-6)
Como se ha afirmado todo el capítulo 7 de las Sextas Moradas es de contenido Cristológico, para ampliar todo esto que hemos afirmado, constatar todos los números 8 al 15 del mencionado capítulo.
3.- Oraciones del alma convertida al amor.-
El visitante de las Sextas Moradas, experimentará diversa formas de oración, admirado de las maravillas que Dios puede obrar en las personas que desean seguir los pasos de su hijo Jesucristo. También debe aclarar, si ha pasado por situaciones parecidas, aunque no las haya vivido con la misma intensidad que Teresa, y por último nunca forzará para que se den en él (ella) aunque si pueda y deba desearlas.
Un extenso abanico de experiencias oracionales, con un denominador común, el AMOR, se abre ante el caminante, dicho en lenguaje teresiano, cuando la persona esté “tierna de amor” (M6.6,1). La entrega de la voluntad de las Quintas Moradas, despertó el ser más profundo de la persona en quién creció el deseo de amar y ser amado. Cada poro de su ser transpira el deseo del encuentro, por eso conjuga con facilidad, la vida con la contemplación, la oración con la acción. Marta y María, ya caminan juntas; los regalos y la comunicación con Dios, van a darse estando en oración, o bien, en medio de las tareas diarias. En las Sextas Moradas, el amor hace posible mezclar ambas cosas, algo que culminará en las Séptimas.
Cuando la mística se sustenta en la vida diaria (M6.1)
Ni somos ángeles, ni estamos en el cielo, ni la persona al llegar aquí es perfecta, ni nos escapamos mediante ensoñaciones de una paz inexistente, para esperar recibir de Dios el aprendizaje del amor. Un conjunto de trabajos interiores y exteriores nos los advierte Teresa, va a hacer difícil el camino hasta llegar a la consumación del matrimonio en las Séptimas Moradas. O mejor dicho, en el corazón de los problemas se revela la misericordia de Dios, de la manera más sencilla.
Ante un cúmulo de dificultades que afectan profundamente a la persona, el siervo del amor debe aguardar en la misericordia de Dios (6M 1-10), entregarse a la actividad exterior, entender en obras de caridad y exteriores (6M 1-13). A veces, da la impresión de que Dios se oculta tras los problemas, y se llega a pensar que lo vivido hasta aquí ha sido un sueño imposible. Queda la persona desamparada, sin que nada ni nadie la consuele, porque quiere el Rey que le conozcamos bien y descubramos nuestra miseria (6M, 1-15). Pero no tardará en llegar la misericordia, que producirá en el caminante, grandes transformaciones en su manera de amar. Cambiará sin apenas esfuerzo por su parte. El Dios de Jesucristo nos irá mostrando el camino del amor a través de diferentes experiencias.
  • El despertar o la pena sabrosa (6M 2-3-4) Ya tenemos el terreno donde germinará el amor, la misma vida con sus dificultades. En medio de todos estos pesares, Dios llama al alma de diferentes maneras para irla despertando.
¿Qué pasa mientras sucede esto?
  • Mientras sucede todo esto, la persona siente que Dios la llama desde el centro del alma, como un silbo a un cometa que pasa de repente. Acontece sin estar en oración e incluso en momentos en que Dios ocupa el pensamiento.
Del fuego del amor de Dios salta una centella que la toca, de manera que siente el fuego, que no llega a quemarla. Se enciende el amor, y no es posible disfrutarlo, y esto produce una pena que va y viene y no llega a abrazar el alma. “Pena sabrosa” “pena deleitosa”, llamará Teresa a esta oración (Leer 6M 2,2)
¿Quién, habiendo estado enamorado no ha pasado por experiencias similares? Estando en la distancia, los que se aman se acuerdan muchas veces uno del otro; esto acrecienta el amor y el deseo, pero no se puede gozar de su presencia. Queda herida de amor.
Al mismo tiempo, la deja con tanta paz que está segura de que no es obra del demonio. Queda la persona, tras esta experiencia, muy preparada para sufrir por el Esposo, acepta todos los trabajos que puedan venir por Él y procura apartarse de todo lo que pueda separarle (M6.2,4). No hay amor adulto sin deseo intenso y sin dolor por no poder alcanzarlo.
  • La inflamación deleitosa (6M 2,8) Otras veces, este despertar del alma se produce sin pena sabrosa. Estando descuidada, viene de repente una inflamación deleitosa al alma, solo para dar a sentir, que está allí el Esposo; mueve un deseo sabroso de gozar el alma de Él. El esposo hace sentir que está allí, quiere el alma gozarlo, y de ahí nacen alabanzas dando gracias a Dios. Este regalo es más frecuente que el anterior y más normal. El Amado viene a la memoria, se nota su presencia y se agradece. De estas dos formas de oración, parece desprenderse que el amor elevado entre Jesucristo y el alma, utiliza los mismos ardides que el amor humano. El juego amoroso se llena de presencias y ausencias, llamadas y silencios. Acrecentar el deseo en la ausencia, colma de satisfacción y nos da la seguridad de sabernos amados.
La comunicación con el Amado: las hablas (6M 3). El diálogo forma parte constitutiva del ser humano. En la relación entre personas es imprescindible, y también en la relación con Dios. Sabemos que Dios nos habla a través de las escrituras, que los creyentes consideramos Palabra de Dios. A través del cosmos, de la historia, de la Iglesia con los Sacramentos, del diálogo entre personas, etc., también se comunica Dios con nosotros. Pero en esta forma de oración Teresa nos refiere a otro modo de hablar con el alma, mediante palabras que emergen desde el interior y provocan un diálogo profundo e íntimo.
¿Qué nos advierte Teresa?
Ella nos advierte que precisaremos de unas “señales”, para poder discernir si son de Dios, del demonio o de la imaginación. Asunto este muy delicado, por donde pueden venir engaños que debemos atajar. (6M 3,4).
En “Vida” (24,5) escribe Teresa, que andaba pensando si debería dejar ciertas amistades, no muy convenientes, cuando escucha interiormente, por vez primera, estando en oración, las palabras siguientes:” Ya no quiero que tengas conversación con hombres, sino con ángeles”. Comprendió de inmediato la necesidad de cambiar de amistades, buscando desde entonces, no tener amor particular, sino a personas que entiendo lo tienen de Dios” (V24, 6). Habían comenzado “las hablas”. Nos dice en “Vida” (25,1): “Son unas palabras muy formadas, más con los oídos corporales no se oyen, sino entiéndase muy más claro que si se oyesen; y dejarlo de entender, aunque mucho se resista, es por demás”.
¿Qué pasó a partir de este momento, en la vida de Teresa de Jesús?
A partir de este momento, las hablas se multiplicaron para Teresa, en función de las circunstancias que le tocaba atravesar; estando en alboroto espiritual, escuchaba: No tengas pena”; se encontraba afligida y oía: “Yo soy, no hayas miedo hija, que Yo soy y no te desampararé; no temas” (V 25,8). En definitiva, las hablas personales, vienen por sorpresa, sin intervención de la persona, para ayudarla en momentos de dificultad. No adivinan el futuro, ni se inmiscuyen en los acontecimientos históricos. En el caso de Teresa, quedan circunscritas a su situación espiritual o bien a cuestiones relacionadas con su tarea apostólica.
Sucede que muchos creyentes disfrutan sin saberlo de hablas, vividas con menor o mayor intensidad, ¿Por qué negarlo? Lo humilde será reconocerlo sin rodeos y sin creernos superiores a nadie. Eso sí, como nos advierte Teresa, dilucidemos si son autenticas o si son fruto de nuestra imaginación. (6M 3,4; 6M 3,5; 6M 3,6; 6M 3,7; 6M 3,10)
Si los requisitos mencionados anteriormente se cumplen, cfr. (6M 3,11; V 25,4; V 25, 6; 6M 3, 4; V5, 12) (Recomendaciones de la Santa a este respecto)
De todas las hablas recibidas por Teresa en las Sextas Moradas, la de mayor importancia para su vida y teología, será sin lugar a dudas, ésta: Estas, me dice Su Majestad, muchas veces, mostrándome gran amor: Ya eres mía y Yo soy tuyo” (V 39, 21)
El amor expresado en palabras y repetido muchas veces, establece una relación entre la esposa y El Esposo, de mutua unión, sin que por ello se deje de reconocer la diferencia entre ellos. Ese aspecto de mutua posesión, que todo amor auténtico ha de tener, produce un intercambio de vidas.
  • Los arrobamientos: (cuando alguien nos quiere del todo) (6M, 4).
¿A qué es igual la oración de arrobamiento?
Antes de profundizar en esta experiencia tan subida, recordamos los principios: todas las formas de oración, pueden ser vividas con menor o mayor intensidad (R5 y V 21,8); igualmente, todas pueden y deben ser interpretadas desde el amor humano. Apoyándose en estos dos principios, la oración de arrobamiento, es igual, en la experiencia humana, a sentirnos totalmente acogidos, queridos y perdonados por la persona amada. Las equivocaciones pasadas se borran de un plumazo al ser asumidas, aceptadas y perdonadas. De esta manera se ve satisfecha la profunda necesidad del ser humano de ser amado totalmente. El conocimiento propio ha sido una constante desde el comienzo del itinerario, acompañado por el deseo de ir conjugando la experiencia religiosa con el comportamiento moral. En este camino, el sacramento de la Reconciliación se convierte en un verdadero bálsamo, auténtica medicina de la que se ha servido Dios, para acoger, perdonar, dar paz y esperanza al Siervo del amor. Sabemos que Dios nos perdona y nos acoge en su misericordia infinita.
¿A qué hace referencia la oración de arrobamiento?
Entonces, la oración de arrobamiento, tal como las describe Teresa en las Sextas Moradas, hace referencia a las consecuencias del Sacramento de la Reconciliación. En un acto de amor inmenso, la persona entiende que Jesucristo le ha perdonado todo. Se siente plenamente aceptada y amada en toda su historia. Es como una confesión grandiosa, como si de una vez por todas el Sacramento hubiera producido un efecto duradero y transformador; la persona se siente radicalmente amada. Dios nos enseña a amar, amándonos hasta las entrañas. (Leer 6M 4,3). Observemos la frase entre paréntesis añadida al margen por la propia santa, ante la indicación de un censor temeroso de que ella menospreciara el valor del Sacramento de la Reconciliación
¿A dónde llegamos con el arrobamiento?
Con el arrobamiento llegamos a un momento clave en el itinerario, porque en él queda sellado el desposorio espiritual.
¿A qué equivalía el desposorio en el siglo XVI?
En el siglo XVI, dentro de los ritos previos del matrimonio, el desposorio equivalía al compromiso matrimonial, aunque los amantes no vivieran juntos, ni se hubiera consumado el matrimonio. Para todos los efectos, eran ya, marido y mujer. (Leer 6M 4,2)
En -V 33,14- escribe Teresa, la primera experiencia de arrobamiento que vivió (Estaba preparando la fundación del Monasterio de San José de Ávila).
¿Cuál es la diferencia con la oración de unión?
En conclusión, los arrobamientos continúan la labor emprendida con la oración de unión, y consisten en una fuerte experiencia amorosa mediante la cual, la persona se siente totalmente amada, y perdonadas todas sus culpas pasadas. Sellan el desposorio espiritual, y el Amado y la amada quedan comprometidos hasta consumar el matrimonio. Y, junto a las hablas, van preparando al verdadero amador a ser creativo en la sociedad y en la Iglesia. (Leer R 5.7-8)
El vuelo del espíritu
¿Qué es el vuelo del espíritu?
Es una modalidad de arrobamiento similar a la anterior, aunque por dentro se sienta distinto (V 18.7). En los escritos teresianos también se conoce con los nombres de arrebatamiento” o “éxtasis” (V 20.1). “…porque muy de presto algunas veces se siente un movimiento tan acelerado del alma, que parece es arrebatado el espíritu con una velocidad que pone harto temor, en especial a los principios… (M 6.5.1). Es una experiencia como la que vivió San Pablo al ser arrebatado al cielo, donde escuchó palabras inefables (2ª Cor 12,2-4). Son las joyas que da el Esposo para que, grabadas en la memoria, no las olvide hasta que las goce para siempre (M 6.5.9); cf. (También: R 5.11-12).
¿De qué le hace partícipe el Señor?
Como los trabajos y penas que tiene el amor son a menudo insufribles, nuestro Señor le hace partícipe de todos los dolores de su Pasión, al tiempo que la anima “…díjole el mismo Crucificado, consolándola, que él le daba todos los dolores y trabajos que había pasado en su Pasión, que los tuviese por propios, para ofrecer a su Padre. Quedó aquel alma tan consolada y tan rica, según de ella he entendido, que no se le puede olvidar; antes cada vez que se ve tan miserable, acordándosele, queda animada y consolada” (M 6.5.6).
En M6 5,10 Teresa nos dice: “…estas son las joyas que comienza el Esposo a dar a la esposa”. Se sabe completamente amada, y sellado el desposorio, Cristo la hace partícipe de sus cosas; desde ahora la amada participa de la vida del Amado en comunión de amor. Esta entrega de joyas abre la puerta a la mutua donación de amor: Lo que Yo tengo es tuyo”. La entrega de la voluntad es una realidad ya vivida. El desposorio se ha realizado. ¡Oh, válgame Dios, qué claro se ve aquí la declaración del verso, y cómo se entiende tenía razón y la tendrán todos de pedir alas de paloma! (Sal 57,7). Entiéndase claro es vuelo el que da el espíritu para levantarse de todo lo criado, y de sí mismo el primero: mas es vuelo suave, es vuelo deleitoso, sin ruido. ¡Qué señorío tiene un alma que el Señor llega hasta aquí, que lo mire todo sin estar enredada en ello!” (V 20.22.25).
¿Qué acaba de recibir el alma?
La gran joya: La libertad del amor.
Este tipo de oración llegó a provocar en Teresa levitaciones en público (M 6.5.1; V 20.4). La Santa le pidió a Dios que estas mercedes se las hiciera en privado. Al redactar “Vida” habían desaparecido las muestras externas, y en las Séptimas Moradas desapareció este tipo de arrobamiento. También pueden nacer de aquí grandes deseos de morirse, para disfrutar plenamente del Amado. La poesía más conocida de Teresa se puede situar en este tipo de oración. Un pequeño fragmento de la misma:
“Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero,
Que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí, después que muero de amor;
Porque vivo en el Señor, que me quiso para sí:
Cuando el corazón le di puso en él este letrero,
Que muero porque no muero”.
Oración de júbilo
¿En qué consiste esta oración?
El alma anda “tierna del amor dirá Teresa. Dentro del cúmulo de experiencias que englobamos bajo el título de “pena sabrosa”, da el Señor de repente, otra merced que produce una alegría explosiva, un júbilo inmenso. Es una alegría tan grande, que quisiera transmitirla a gritos. Se parece a la fiesta organizada por el padre del hijo pródigo cuando éste volvió a casa. Puede durar hasta un día el gozo; es un estado de euforia difícil de contener (M 6.6.10). Esto le sucedía a San Francisco, que andaba por el campo dando voces, porque era pregonero del gran Rey, y le era imposible poder ocultarlo; o a san Pedro de Alcántara, quien hacía lo mismo, y lo tenían por loco (M 6.6.13). También se le llamará “arrobamientos de contentos”. Es un camino para ser felices.
  • Visiones intelectuales (6M 8). Si Dios quiere, cuando quiere y a quién quiere, podrá ser que invitara a entrar en una nueva habitación, para comunicarse con el alma de una manera secreta y admirable: la llamada “visión intelectual”. En su forma más sencilla, apareció en la vida de Teresa bajo forma de una vaga presencia de Dios. Es una habitación llena de agradables sorpresas. Existe una presencia en la ausencia, a la cual alude esta visión. Se trata de explicar la misteriosa compañía que inunda la vida de la esposa en la ausencia física del Esposo. La persona amada está en mí, no puedo verla ni tocarla, pero ella baña mis días, acompaña mis quehaceres, me colma de dicha. De algo así se trata.
¿Qué se produce en estas moradas?
En las Sextas Moradas se produce, como lo vamos comprobando, una gran concentración cristológica. Ha querido el buen Jesús sellar una alianza matrimonial con la esposa, para conducirla a las bodegas del buen vino, donde le enseñaran a amar. De la vaga presencia de Dios, vivida en las primeras Moradas, hemos pasado a una presencia más personal en las posteriores. De la asistencia pasiva a la Eucaristía, hemos pasado a la experiencia de una presencia real en las Quintas Moradas. En un constante repliegue hacia el interior de la persona, quiere Jesucristo, en los comienzos de esta merced, hacerse presente acompañando a Teresa a su derecha. Sin ver nada con los ojos ni del cuerpo ni del alma, se tiene la seguridad de caminar por la vida en compañía del Señor. (Leer 6M ,2) cfr. (V 27,2).
Visiones imaginarias (6M ,9) Una nueva forma de comprender a Cristo, acaba de abrirse paso en la vida de Santa Teresa, no solo por la nueva percepción de la imagen viva del Señor, sino por pasar del cielo de la pasión, al cielo de la resurrección. Ella, tan aficionada a meditar toda su vida, el misterio de la Pasión y Muerte de Cristo, empieza a comprender por experiencia la importancia de la resurrección. La imagen viva del Señor se mostraba de improviso, tal como andaba en el mundo o después de resucitado, pero siempre en carne glorificada. (Leer 6M 9, 3-4) Imagen viva que le habla, le muestra secretos, se graba en las entrañas, se esculpe en el alma, Señor del cielo y de la tierra, Juez del universo. La experiencia se irá haciendo cada vez más profunda, llegará a poder contemplar aquellos ojos de su Señor (6M 9,7). El Esposo la está sanando. El amor cura. El cielo comienza en la tierra, en el silencio del amor.
La suspensión en Dios, o el conocimiento intuitivo (M6.10)
¿En qué consiste esta habitación?
El amor nos capacita para sumergirnos en el cerebro de la persona amada y, en muchas ocasiones, comprender sus deseos, descubrir sus aspiraciones, adivinar sus intenciones. El amor humano, recibiendo el ser del otro por amor, queda capacitado para salir de sí mismo al encuentro de la otra persona: viajar hasta sumergirse en el ser del otro. En este ámbito de la experiencia humana se inserta la experiencia religiosa del conocimiento por intuición que Teresa denomina “oración de suspensión”. La Iglesia le reconoce al creyente una especie de sexto sentido que le capacita para asimilar los misterios de fe, incluso sin haberlos estudiado, como regalo de Dios; advierte Teresa que casi siempre será así.
Dios pone en el interior del alma lo que quiere que entienda. Primera manifestación. (V 27.6). En otras ocasiones –pocas- las potencias del alma, centrándose toda la persona en lo que va a suceder, quiere Dios que el entendimiento entienda sin hacer el alma nada por conseguirlo. Segunda manifestación (V 27.7). Es un aprendizaje sin esfuerzo por nuestra parte.
El juego de miradas de las primeras Moradas alcanza aquí y en la oración imaginaria su máxima realización. Mirarse sin ver, aprender sin estudiar, comprender mirándose, amar sin saber. (V 27.11.12).
“Es imposible tener memoria de cosa de nuestro Señor”,
o la noche oscura teresiana (M 6.11)
En una especie de entusiasmo exultante, el creyente, o el recién convertido, quiere cambiar el mundo. Teresa también pasó por este trance. Le crecía tanto la devoción que se le ponía un desasosiego en el pecho que le impedía hasta respirar. El sentimiento fervoroso-dirá ella- la tenía acelerada.
¿Qué aconseja Teresa?
Con su sabiduría aconseja acallar a ese niño que llevamos dentro con un regalo de amor, hasta que aprenda a amar “por vía suave y no a puñadas”, porque el deseo amoroso hay que saber encauzarlo con un trabajo interior lento: “Así que es menester gran discreción a los principios para que vaya todo con suavidad y se muestre el espíritu a obrar interiormente” (V 29.9). Esta es la forma más sencilla de esta habitación.
¿Cómo es la experiencia de la “Noche Oscura” en Teresa, en esta habitación?
Dios quiso llevarla a una nueva experiencia amorosa, dándole “unos ímpetus grandes de este amor” que sentía por Dios. Quisiera morir para verlo cara a cara, al no poder soportar por más tiempo su ausencia. Encendida en el fuego del amor, queda abrasada con una saeta que le clavan en el corazón. Dios parece llegar al alma y dejarla herida de amor, lo que le produce, por una parte, un fuerte dolor por la ausencia del Esposo, y por otra, un deleite de saber que es Él quien lo hace. Teresa lo llamará “pena sabrosa” (V 29.8-11). Experiencias dobles: dolor y deleite, provocadas por la lejanía del Esposo. Por una parte desea la muerte y el encuentro definitivo; por otra, encendida en amor como está, daría cualquier cosa por ayudar al Esposo.
¿Cuándo culminará este proceso?
El matrimonio espiritual de las Séptimas Moradas culminará el proceso descubriéndole la escatología realizada gracias al encuentro pleno con el Resucitado. En este contexto, Teresa relata una modalidad de esta experiencia. La conocemos como la “transverberación”. (V 29.13). Dolor y suavidad, ausencia y presencia, pena sabrosa: dos contrarios unidos inexplicablemente. Presencia gozosa de Dios y sufrimiento por su lejanía. En la opinión del padre Antonio es la forma religiosa que tiene Teresa de gritar con los primeros cristianos ¡Maranatha!, ¡Ven, Señor Jesús!
Teresa ha sido conducida por el Esposo, al desierto de la soledad absoluta, al igual que los profetas bíblicos, al igual que Jesucristo en la cruz. Le surge la “pena delgada y penetrativa” que le hace preguntarse con el salmista: “¿Dónde está tu Dios?” Otras veces cree, con San Pablo, estar crucificada entre el cielo y la tierra. “Bien entiende que no quiere sino a su Dios, mas no ama cosa particular de Él, sino todo junto le quiere y no sabe lo que quiere” (V 20.10-11). Años vivirá Teresa intercalando cruz y vida. (Leer poesía 19).
Teresa pierde el miedo a todo lo que pueda sucederle en la tierra, porque ya no encuentra sufrimiento comparable al que acaba de pasar; queda desasida de todo lo creado, porque ya sabe que sólo en Él encontrará el verdadero consuelo (M6.11.10).
Esta habitación es muy importante, para conocer un poco más a Santa Teresa de Jesús.
4.- El cambio de la persona por el amor.-
Los grandes cambios personales comenzaron en las Quintas Moradas, al entregar la voluntad en las manos de Dios. “Daba comienzo a otra vida nueva, vivía Dios en mi “(V 23, 1) Al salir de sí y quedar descentrado y volcado en Dios, el siervo del amor se encuentra consigo mismo. De ahí deducimos que las Sextas Moradas se inician en el momento de la conversión adulta. El aprendizaje en el amor, da comienzo en el instante. Vistas en su conjunto, las Sextas Moradas constituyen un tratado sobre el modo en que una persona puede transformarse en amor, llegando a ser ella misma. Tantas experiencias relativas al amor casi consumado, transforma a la persona totalmente, sin apenas esfuerzo por su parte, anunciándole una plenitud cercana que muy pronto se verá hecha realidad, en las Séptimas Moradas. Sigamos ahora la pista a las anotaciones hechas por Teresa referentes a la transformación personal de la amada en las Sextas Moradas, o con lenguaje teresiano, abundaremos “en las gracias y efectos que quedan en el alma” (V 18,6) Mencionaremos explícitamente los cambios producidos en la persona.
Las promesas, deseos y determinaciones heroicas, de las primeras Moradas se han hecho realidad en las Sextas (V 29,2). Los efectos de la oración del despertar son: Se determina a padecer por Dios (6M 2, 6); descubre la vanidad del mundo (V 19, 2); queda decidida a apartarse de los contentos y vanidades y conversaciones de la tierra (6M 6, 2-6).
Si por los regalos que le hace Dios en estas Moradas, se llega a sentir superior a los demás, puede estar convencida de que no es espíritu de Dios. Cuanto más de Dios sea la merced, se tendrá en menos, vendrán a su memoria los pecados pasados.
La voluntad, toda ella empleada en hacer la voluntad de Dios, sin buscarse a sí misma. Sabe que no merece ningún regalo. (6M 3, 17). Queda completamente a disposición de Dios para lo que quiera, (6M 5, 15); desea entregarse a su servicio (6M 8, 4) La muerte deja de ser un problema (V 38, 5) Adquiere una gran paz interior (6M 8, 7); Queda todo sosegado (6M 9, 10).
5. Renovar el Reino y la Iglesia.-
Veamos en esta habitación las consecuencias prácticas de la historia de amor entre Cristo y Teresa, y busquemos las aplicaciones a nuestra realidad eclesial. El amor crecido nunca permanece estéril. Teresa se decide a fundar monasterios, cuando está atravesando las Sextas Moradas. Andaba con mezclas de períodos de noche y de deleite, arrastrando la pena sabrosa, preguntándose qué podría hacer ella para ayudar al Esposo (V 32, 9) (Es aconsejable aquí, leer nuevamente los capítulos 32- 36 de “Vida”).
Las fundaciones del Carmelo, femeninas y masculinas, hallan su raíz en la vida espiritual de la Santa, coincide el aprendizaje en el amor adulto con la creatividad y la acción. Su pretensión era bien fácil: reproducir el colegio de Cristo con doce monjas y una Priora, cumpliendo de verdad el evangelio. Los monasterios querían ser una respuesta a la división de la Iglesia, entre católicos y protestantes, además de una contribución al apostolado que se estaba desarrollando en América.
El ejemplo creativo de Teresa aviva la necesidad de encontrar aplicaciones de sus ideas a los tiempos actuales. Los cristianos, aún no hemos tomado conciencia suficiente de lo que significa el que Pablo VI la nombrara Doctora de la Iglesia universal. Hoy su magisterio desborda todos los límites, para llegar a convertirse, gracias al doctorado, en patrimonio de toda la Iglesia y de la cultura.
El Itinerario Espiritual Teresiano y sus instrucciones con respecto a la creación de pequeñas comunidades cristianas, puede ayudar a regenerar la Iglesia Católica, en su crisis actual. Los que vienen ayudándose desde las Segundas Moradas, haciéndose espaldas”, pueden crear, siguiendo a Santa Teresa, pequeñas comunidades eclesiales, aprovechando la red internacional de la familia Carmelita, o bien, apoyándose en las parroquias, estructura básica de las Diócesis, también necesitadas de una renovación.
Recuerde
ü El secreto de la vida se resume en una palabra: amar. Un arte que debemos aprender.
ü Dentro de las experiencias amorosas hay diversas intensidades.
ü Las experiencias místicas descritas están arraigadas en profundas experiencias humanas.
ü Una de ellas, el arrobamiento y el consiguiente júbilo, sella el desposorio espiritual. Cuando el creyente recibe el sacramento de la Reconciliación, se está acercando a la experiencia mística.
ü Hoy en día podemos encontrar bastantes creyentes que hayan vivido de alguna manera las hablas, el arrobamiento y la noche oscura.
ü Acuda sin miedo a las Sextas Moradas para aprender el amor y sus diferentes grados.
ü Visite las Quintas y las Sextas en Cuaresma y Semana Santa.
ü Compare sin cesar su forma de amar con la de Jesucristo y la de Santa Teresa. Son un tratado de amor humano y divino.
Oración
“Bien veo yo , mi Señor, lo poco que puedo; mas llegada a Vos, subida en esta atalaya adonde se ven verdades, no os apartando de mí, todo lo podré; que si os apartáis, por poco que sea, iré adonde estaba, que era el infierno” (V 21.5). (Leer la poesía No. 3)
Siglas: V: Libro de Vida CV: Camino de Valladolid M: Moradas
¿Cómo leer las siglas? (M 4 1,1). Quiere decir, 4tas Moradas capítulo 1, párrafo 1 / ( V 14.5). Vida, capítulo 14, párrafo 5. / (CV 30.5). Camino (Valladolid) capítulo 30, párrafo 5
Bibliografía: Antonio Mas Arrondo, Acercar el Cielo. Itinerario espiritual con Teresa de Jesús. Editorial: Sal Terrae
Ponente: Elena Briceño

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